Photo by Johannes Plenio

¿Hemos cambiado lo suficiente como para estar adaptados al mundo moderno?

¿Hemos cambiado como especie o somos los mismos?

¿Produce nuestro entorno un desajuste evolutivo? ¿Estamos adaptados al entorno moderno? ¿Seguimos siendo los mismos que nuestros ancestros del paleolítico o hemos evolucionado? ¿Podría un desajuste entre nosotros y nuestro ambiente, tener algo que ver con las enfermedades de la civilización moderna?


¿Somos los mismos?

Cuando defiendo la postura de que nuestro entorno ha cambiado enormemente mientras que nosotros seguimos siendo los mismos animales, algo que produce un desajuste y como consecuencia problemas de salud, es decir enfermedades de la civilización, acostumbra a haber alguien que defiende a capa y espada que hemos evolucionado y como consecuencia de ello estamos adaptados a este nuevo entorno.

Este post, es para ellos.

Para los que defienden que hemos cambiado

Cuando se pone este debate encima de la mesa y alguien defiende que hemos cambiado como especie, que hemos evolucionado, sinceramente, tiene razón.

En todas las especies se producen mutaciones, cambios genéticos (1) que a lo largo del tiempo aportan alguna ventaja evolutiva a los individuos afectados.

También pasa en la nuestra (2).

Veamos algunos ejemplos:

Persistencia de lactasa

Persistencia de lactasa
La persistencia de lactasa tuvo lugar en Europa y en África y fue a partir de cambios genéticos que provocaron una selección natural.  Photo by Anita Austvika

La lactasa es una enzima que poseemos todos los mamíferos durante nuestra infancia (3).

Una vez producido el destete, dada nuestra naturaleza mamífera, no deberíamos beber leche nunca más y dejamos de producir esta enzima cuyo trabajo consiste en romper el azúcar de la leche en dos monosacáridos (4).

Esto ocurre en todos los mamíferos con una sola excepción. Nosotros (5).

Dos grupos de humanos pasaron por una mutación distinta en dos lugares distintos (6)(7)(8).

En el norte de Europa (9) el sol viene más inclinado que en zonas ecuatoriales y es más difícil sintetizar vitamina D.

Como Europa es una zona donde se bebía leche, o al menos la bebían aquellos a los que no les sentaba mal, es decir, que habían mutado, estos podían obtener esta vitamina de la leche.

Los que eran intolerantes, los que no habían mutado, no obtenían vitamina D.

Como consecuencia de falta de vitamina D se puede producir raquitismo y por tanto malformaciones óseas como por ejemplo un canal de parto deforme, cuya consecuencia lamentablemente sería la muerte de la madre y del bebé.

Así, los que no habían mutado, morían.

Una mutación distinta tuvo lugar en África (10)(11), donde los que transportaban ganado a través del desierto, para no deshidratarse bebían leche de los animales.

Aquellos que no la toleraban, tenían más probabilidades de padecer diarrea. Un síntoma de intolerancia a la leche, que tiene como consecuencia más deshidratación.

Otra vez, morían, dejando sobrevivir a los que habían mutado.

Hoy, en la Península Ibérica somos aproximadamente la mitad tolerantes y la otra mitad intolerantes al azúcar de la leche (12).

Cosas de la selección natural.

La malaria

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Utensilios médicos.  Photo by Marcelo Leal

La malaria es una enfermedad que ha matado a muchísimas personas (13).

Y para que exista selección natural debe haber un grupo que muera antes de reproducirse y otro que no (14).

Cierto grupo mutó y sus genes eran incompatibles con la malaria (15)(16)(17). Ellos sobrevivían.

La selección natural hace su trabajo.

Desde este punto de vista, otra vez, hemos cambiado.

Algunos cambios más

Alimentación rica en carbohidratos
Actualmente producimos más amilasa debido a una expresión diferente del gen AMY1, algo que nos permite procesar mejor los carbohidratos.  Photo by Hanson Lu

La malaria o la persistencia de lactasa (18) son sólo dos ejemplos de los muchos que podríamos poner acerca de que somos una especie viva, evolucionamos (19).

Existen muchos más ejemplos, como que desde el desarrollo de la agricultura hemos potenciado el gen AMY1 (20)(21), algo que nos ayuda a comer almidón y muchos carbohidratos (22)(23), quien no lo haya potenciado, fabrica menos amilasa y tiene más números de padecer obesidad (24)(25).

Todos los humanos sobre la Tierra, tenemos ancestros comunes que hace unos cien mil años vivían en África (26)(27)(28). Un grupo de Homo sapiens que dejó este continente (29).

Si nos fijamos en la variedad de razas (30), tonalidades de piel, colores de pelo, de ojos, estatura y otros aspectos morfológicos, los humanos podemos presumir de diversidad.

Muchos de estos aspectos se han ido desarrollando desde la migración del continente africano y son genéticos.

Sin lugar a dudas hemos cambiado (31)(32)(33).

Cambios digamos… ¿superficiales?

Me costaba encontrar una palabra que expresara lo que considero acerca de estos cambios producidos.

Pequeños, insignificantes, ínfimos eran candidatas, pero me quedo con superficiales.

Así, que a toda esa gente que defiende que somos otros, que hemos cambiado, les diré que sí, pero con cambios superficiales.

Hemos cambiado la estética y poco más como algunos que pueden beber un vaso de leche sin que les duela la barriga, no podrán enfermar de malaria o les costará más enfermar de diabetes tipo 2.

Pero bajemos algún nivel más y adentrémonos en nuestras entrañas.

No son necesidades de nuestra especie

Estamos mejor adaptados a este entorno moderno. Sí, pero siguiendo con los mismos ejemplos:

Tal vez podemos comer más almidones y carbohidratos, pero no necesitamos hacerlo.

Tal vez podamos beber leche cuando somos adultos, pero no necesitamos hacerlo.

Algunas personas pueden entrar en una zona con alto índice de malaria sin riesgo, pero no necesitan hacerlo.

Las necesidades de nuestro núcleo siguen siendo las mismas

Necesitamos nuestras partes vitales, las que nos definen como especie. Las mismas que necesitaban nuestros antepasados que emigraron de África.

Para construirnos y para funcionar con ellas.

Nuestros antepasados necesitaban vitamina D (34) que sintetizaban con el sol (35) y obtenían de su dieta (36)(37)(38). Forma parte del diseño de nuestro núcleo. Nosotros también necesitamos esta vitamina (39)(40)(41)(42)(43)(44), la misma molécula.

Nuestros antepasados se desarrollaron comiendo productos del mar y salvajes. Algo que hizo que moléculas de EPA (45) y DHA (46) pasaran a formar parte de sus membranas celulares (47)(48).

Hoy no podemos considerar sano un individuo de nuestra especie sin estas moléculas en sus membranas (49)(50)(51)(52).

El Homo sapiens las necesita y además en correcta proporción con el omega 6 (53).

El paleolítico las necesitaba y nosotros las seguimos necesitando, de la misma manera que necesitamos el colesterol, también junto a los fosfolípidos (54).

Sin estas moléculas en las membranas, no podemos estar sanos.

Podemos tener diferentes coches, con su variedad. Mejor adaptados a la montaña o a la ciudad. Pero nunca funcionarán sin ruedas.

Necesitamos vitamina A (55)(56)(57), vitaminas del grupo B (58)(59)(60), calcio (61)(62)(63), magnesio (64)(65)(66), zinc (67)(68)(69) y muchos otros elementos y moléculas igual que nuestros antepasados las necesitaban.

La grasa (70)(71)(72)(73) y los músculos (74)(75)(76)(77)(78) son órganos endocrinos. Segregan hormonas y citocinas. Las mismas que utilizaban las células de nuestros ancestros para comunicarse entre ellas.

Utilizan exactamente el mismo lenguaje, misma comunicación celular.

Cuando estamos en peligro, la reacción de lucha y huida (79)(80)(81) produce los mismos efectos fisiológicos hoy que en el pleistoceno.

La serotonina (82) sigue siendo necesaria para nuestras neuronas y sigue fabricándose a partir del triptófano (83), un aminoácido que obligatoriamente debe venir de la dieta (84). Y sin esta molécula, no tendríamos melatonina (85)(86), exáctamente igual que no la tendrían nuestros antepasados de hace decenas de miles de años. La melatonina sigue siendo circadiana (87) y la continúa inhibiendo la luz azul (88), hoy y ayer.

Sin melatonina dormirían mal nuestros ancestros, igual que nosotros (89)(90)(91).

Continuamos necesitando las mismas moléculas tengas los ojos azules o marrones, independientemente del color de tu piel o si puedes beber o no un vaso de leche.

Podríamos seguir y seguir, pero para resumir: Creamos, utilizamos y movemos las mismas citocinas, las mismas hormonas, las mismas vitaminas, los mismos neurotransmisores siempre que se den las mismas circunstancias, el mismo ambiente.

La materia prima

Alimentación evolutiva
Los animales en su entorno natural se alimentan a base de comida acorde a su especie, la que han comido todos sus ancestro y con la que han evolucionado.  Photo by Daniel Prado

Si necesitamos las mismas moléculas, necesitaremos la misma materia prima.

La misma comida, la misma alimentación.

Nuestra nutrición debe ser la misma porque somos la misma especie animal. Necesitamos meter en nuestro cuerpo las moléculas esenciales, esas que no sabemos fabricar, y evitar aquellas que son tóxicas para nuestra especie.

Siguen siendo las mismas.

El omega 3 sigue estando en el mar y en los animales alimentados con pasto, la vitamina D en el sol y sigue siendo liposoluble, por tanto también la encontraremos en las partes grasas.

Las mismas fuentes para obtenerlas y las mismas reacciones para moverlas. Misma actividad física, mismo estrés o mejor dicho, misma calma, misma paz.

Igual hoy que hace 20.000 años.

Y desde esta perspectiva, somos los mismos.

Enfermando sin prisas

Enfermedades crónicas
Las enfermedades de la civilización moderna expresan sus síntomas cada vez en personas más jóvenes. En muchos casos son tan leves que no hacen saltar las alarmas. Su progresión es tan lenta que no se perciben nuevos síntomas aunque existan. Muchas personas llegan a pensar que ese malestar forma parte de la normalidad.  Photo by Nik Shuliahin

El problema de las enfermedades de la civilización es que somos iguales, pero nuestro ambiente ha cambiado mucho.

Necesitamos las mismas moléculas que segregan los músculos y la grasa. Exactamente en la misma proporción que nuestros ancestros. Mucho músculo y poca grasa.

Nuestro estilo de vida nos hace al revés, mucha grasa y poco músculo. Mismas citocinas y mismas hormonas, pero en diferente proporción.

Los movimientos de moléculas debido al estrés, las mismas hormonas, se producen hoy, en situaciones inexistentes hace miles de años.

Reaccionamos igual ante el sol, pero hoy nos tapamos en exceso de él. Pasamos el día en cuevas modernas y padecemos déficit pandémico de vitamina D.

También se resiente la serotonina al vivir bajo luz de pésima calidad pudiendo jugar un papel importante en la gran cantidad de depresiones que padece nuestra sociedad.

Nuestra melatonina, exáctamente la misma del paleolítico, se inhibe con la luz, ayer y hoy. Pero ellos no tenían luz eléctrica, tablets ni teléfonos móviles para enfermar.

Los macarrones, las pizzas y el pan, alimentos del día a día en el mundo moderno, no aportan EPA ni DHA para nuestras células, a diferencia de los productos del mar o de la caza que formaban parte del día a día de nuestros ancestros.

El movimiento y esfuerzo de subirse a un árbol para recoger fruta mueve hormonas diferentes del que supone meterla en una bolsa y pesarla en el supermercado.

También difieren las moléculas que se mueven durante una caza por persistencia si las comparamos con las que movemos al pedir la cena por teléfono al restaurante chino favorito.

No nos movemos y como consecuencia de este sedentarismo, nuestros músculos, hoy están débiles algo que afecta a nuestros huesos también, ya que van a la par. Sarcopenia (92) y osteoporosis (93) podrían ser las dos caras de una misma moneda (94)(95)(96)(97)(98).

Cambian nuestras moléculas, precisamente porque somos los mismos.

Misma especie, estímulos distintos, reacción distinta.

Quitando las diferencias superficiales, nuestro núcleo sigue siendo el mismo.

Las moléculas importantes, vitaminas, aminoácidos y grasas esenciales, neurotransmisores, etc. son las mismas.

Nuestros estímulos han cambiado. Sedentarismo, alimentación, estrés, exposición solar, luz nocturna, carga tóxica, disbiosis y mucho más.

La misma bola de billar. Si cambia la dirección de la fuerza que se ejerce sobre ella, cambiará la dirección en la que se moverá.

Distintos estímulos, distinta reacción
Igual que las bolas de billar, nuestra reacción fisiológica depende de los estímulos que recibamos de nuestro ambiente.  Photo by Robert Zunikoff

Cambios recientes

Los cambios en el estilo de vida producidos durante la revolución neolítica son importantes. Pero los producidos durante la revolución industrial son abismales.

De los primeros han pasado 10.000 años, de los segundos, menos de 300.

Sin lugar a dudas o llevas un estilo de vida salvaje o muy probablemente acabarás padeciendo algún problema de desajuste evolutivo.

Es cuestión de tiempo.

En definitiva

Enfermedades crónicas
En las sociedades occidentales aumentan cada año las enfermedades de la civilización moderna. Unos problemas de salud crónicos, sin causa aparente y sin solución clara en la mayoría de los casos.  Photo by Sydney Sims

Todos los seres vivos interactuamos con nuestro ambiente.

Y nuestro ambiente ha cambiado mucho y lo ha hecho en muy poco tiempo, mientras nosotros seguimos siendo los mismos.

Hemos dejado de recibir los estímulos que necesitamos.

Tarde o temprano lo notamos. Con algún dolor, niebla mental, depresión, insomnio, cansancio (99)(100), alergias, eczemas, alguna enfermedad neurodegenerativa (101)(102)(103)(104)(105)(106), alguna enfermedad autoinmune (107)(108)(109)(110), con algún cáncer (111)(112)(113)(114) o con algo que no tiene nombre todavía.

La alta prevalencia de ciertas enfermedades en el mundo moderno es un serio problema.

No lo veas genético.

No lo veas infeccioso.

Debes verlo ambiental, … y el ambiente, depende de ti.

Persona saludable
Si elegimos correctamente nuestro estilo de vida, podemos sin lugar a dudas mejorar nuestra salud..  Photo by Miguel Bruna


El estilo de vida depende de ti. Puedes hacerlo.

Elimina las creencias limitantes establecidas en nuestra sociedad y trabaja en ti.

Paleolitízate ya!

ESTILO-DE-VIDA
estilo de vida

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Por Paleolíticofeliz.

 

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